Bajo un techo de nubes, en la calle un cubo recoge el agua que no cae del cielo. La lluvia ha desaparecido y ahora sólo nos queda el recuerdo donde la ficción y la magia se sumergen en un goteo constante de engaños teatrales. Unas gotas imaginarias se convierten en ritmos constantes de sorpresa, revelando una coreografía de imaginación y fantasía que lleva a esta creatividad a jugar con el absurdo. Una taza que aparece, un fluir de monedas inquietas en los bolsillos y cucharas que no dejan de surgir a borbotones de las mangas.